marzo 7, 2011
Control de antibióticos en salmonicultura debe ser prioridad
El Grupo de Trabajo que convocó el Ministerio de Economía con el objeto de identificar los problemas que afectan a la salmonicultura y de avanzar en sus soluciones, acaba de dar a conocer su agenda para el 2008. Si bien esta mesa tiene la virtud de crear un espacio de discusión sobre estos temas, estableciendo plazos concretos para abordarlos, su primer informe sólo cumplió parcialmente las expectativas que se habían levantado.
No cabe duda que uno de los temas que suscitaba más consenso para ser abordado con urgencia, era el del uso excesivo de antibióticos en el cultivo de salmones. Para todos los actores que trabajan en esta materia, desde distintos ámbitos, estaba claro que el abuso de antimicrobianos debía estar entre los problemas de la lista de prioridades. Sin embargo, sólo fue incluido por la Mesa de Trabajo entre muchos otros temas a abordar, sin figurar entre los aspectos prioritarios que serán atendidos en los meses siguientes.
La necesidad de controlar el tipo y cantidad de antibióticos en la salmonicultura chilena queda en evidencia al revisar las estadísticas disponibles. El año 2003 la industria del salmón en Chile consumió más de 133 toneladas de antibióticos, 200 veces más que Noruega, que es el primer productor de salmones en el mundo. Las estimaciones actuales hablan, incluso, de más de 200 toneladas. Asimismo, datos del año 2005 indican que poco más del 80% de los antibióticos aplicados en salmones cultivados en Chile corresponden a quinolonas, familia de antibióticos cuya aplicación en animales no está autorizada en otros países -incluidos aquellos que importan nuestro salmón- dada su particular capacidad de producir resistencia en bacterias.
La resistencia bacteriana causada por el abuso de estas sustancias no sólo se produce en las bacterias presentes en los salmones, sino también en aquellas presentes en el entorno que rodea los centros de cultivo, y en los peces silvestres de la zona que luego se venden en los mercados locales. Una investigación de OCEANA demostró que peces silvestres de consumo humano (robalos, cabrillas y truchas silvestres), pescados alrededor de una balsa jaula en Cochamó, X Región, habían ingerido alimento para salmón y que la carne de algunos ejemplares contenía antibióticos usados en la salmonicultura.
Esta falta de regulación y control puede generar una pérdida en la efectividad de los antibióticos usados, no sólo en los salmones sino en las mismas personas, lo que constituye un grave problema de salud pública.
OCEANA estará pendiente del trabajo que desarrolle la Mesa de trabajo de la Salmonicultura, procurando que el uso excesivo de antibióticos tenga la máxima prioridad, y que podamos contar lo antes posible con una nueva regulación que limite fuertemente su uso, prohibiendo la utilización de quinolonas, por un lado, y controlando efectivamente la cantidad total de otros antibióticos usados por la industria salmonera asentada en Chile, por el otro. Tal medida debería estar unida a una mejor gestión ambiental por parte de los productores, con tal de evitar la aparición de enfermedades y, con ello, el abuso de antibióticos.