diciembre 12, 2019
Conociendo los recursos marinos de Chile: Las Macroalgas
BY: Rafael Herrera
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Cuando hablamos de pesquerías en nuestro país, lo primero que se pone sobre la mesa son aquellas especies pescadas regularmente como la merluza común, la anchoveta o el jurel. No obstante, existe un mercado pesquero del cual se desconoce bastante: las macroalgas; todas aquellas algas que se pueden ver sin necesidad de usar un microscopio y que se encuentran hasta los 30 o 40 metros de profundidad.
A continuación, te compartimos algo de información sobre las macroalgas en Chile.
Las algas pardas se llaman así porque poseen un pigmento fotosintético conocido como fucoxantina, lo que otorga el colorido a la planta y que le permite realizar fotosíntesis a mayor profundidad que las algas verdes. Estas se forman en grandes comunidades en costas rocosas de agua fría que se llaman “bosques de algas” o huirales, que alojan, entregan alimento y hábitat para una gran variedad de especies marinas.
En Chile existen seis especies representativas de macroalgas pardas: huiro negro (Lessonia berteroana, Lessonia spicata, Lessonia flavicans, Lessonia searlesiana), huiro palo (Lessonia trabeculata) y huiro flotador (Macrocystis pyrifera). El huiro negro se distribuye a lo largo de todo el país, mientras que el huiro palo se puede encontrar desde Arica a Chiloé. Por su parte, el huiro flotador se ubica desde Arica a Cabo de Hornos. Todos ellos cumplen una función indispensable en el desarrollo de los ecosistemas marinos ya que se han descrito como uno de los hábitats más diversos y dinámicos ecológicamente.
Las macroalgas pardas permiten la colonización de otras algas marinas e invertebrados como los erizos de mar, lapas y caracoles. La presencia de estos organismos atrae a otras especies depredadoras como el loco, estrella de mar y el pejeperro; y subiendo en la trama trófica, encontramos a mamíferos como el lobo marino común y el chungungo, que se alimentan de especies asociadas a los bosques de macroalgas pardas. Además, las macroalgas son un refugio frente a la depredación y corrientes de fondo, son áreas de asentamiento para algunos peces y es donde ocurre el desove (puesta de huevos) y la crianza de peces.
Además, los bosques de macroalgas pardas cumplen funciones de protección de la costa en casos de eventos climáticos extremos como marejadas, tsunamis y ciclones. También amortiguan la erosión de la zona costera.
Pesquería
En un principio, la recolección de algas en Chile se daba a través de las especies que de forma natural llegaban hasta las orillas de las costas. Sin embargo, ante el aumento del valor comercial de éstas, se inició a una práctica conocida como “barreteo”: técnica donde se arranca el alga viva completa desde la roca impidiendo que vuelva a crecer.
De esta forma, en nuestro país ha comenzado a acrecentarse el mercado de macroalgas pardas. El huiro negro y palo, por ejemplo, son secados y picados para luego exportarse y utilizarse en la elaboración de productos como el ácido algínico, sustancia que ayuda a preservar los alimentos. Por otro lado, el huiro flotador es utilizado como alimento para el cultivo de abalones y otros subproductos.
La especie más extraída en Chile es el huiro negro. En 2002 salían 100 toneladas anuales de esta especie, cuya cifra aumentó exponencialmente en 2013 superando las 300 toneladas de extracción. Un fenómeno similar se vio en las dos grandes especies de macroalgas pardas, aunque en cantidades menores. El sector del país donde más se extraen estas algas es en el norte, específicamente las primeras cuatro regiones, mientras que los principales mercados internacionales son China, Japón, Noruega y Francia donde el uso de las algas está fuertemente relacionado con la industria alimentaria y cosmética.
En la actualidad, lamentablemente, la extracción de este recurso en Chile carece de una regulación y fiscalización más efectivas, presentando altos niveles de pesca ilegal y, con ello, la desforestación de estos hábitats cruciales para la vida en el mar. Por ello, muchas de las pesquerías que sustentan al país y la vida de cientos de personas se encuentran bajo amenaza.
Las macroalgas pardas conforman bosques, bosques azules, aquellos donde la vida marina se hace posible, aquellos que permiten regular el calentamiento global y entregan oxígeno al planeta. Si peligra su existencia, peligra la existencia del medio ambiente en su conjunto. Por ello, desde Oceana, abogamos y trabajamos por una regulación urgente en su extracción. Los bosques azules son vida.
Para más información sobre esta materia:
A new record of kelp Lessonia spicata (Suhr) Santelices in the Sub-Antarctic Channels: implications for the conservation of the “huiro negro” in the Chilean coast
https://peerj.com/articles/7610/