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julio 14, 2014

Energía: el salto que no fue

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Con el anuncio de la agenda energética por parte de la Presidenta Michelle Bachelet, Chile pierde, una vez más, una gran oportunidad de hacer un cambio sustancial en un área clave para el desarrollo y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población.

Se había anticipado un gran incentivo a las energías renovables no convencionales (ERNC). Sin embargo, se limitó a despejar el camino para cumplir la meta del 20% al 2025, que es obligatoria por ley desde el año pasado y seguramente quedará obsoleta antes de cumplirse el plazo.

Hay pocos ámbitos en los que Chile tiene más ventajas comparativas frente a otros países que en ERNC,  que son competitivas y abundantes en el país. Al tratarse de fuentes propias eliminan la inseguridad y dependencia de otros países. Además, casi no presentan conflictividad con las comunidades e impactos ambientales, reduciendo significativamente los tiempos de aprobación. Una vez construidas las plantas, estas fuentes son gratuitas y no están sujetas a los vaivenes del precio de mercado, como el petróleo y el carbón. Chile debería plantear en la discusión central cómo llegar al 50% de ERNC al 2030, constituyéndolas en el sello o identidad nacional en materia energética.

Según la agenda actual, el restante 80% de la matriz vendrá de carbón, gas e hidroelectricidad. La buena noticia es que el gas reemplazaría al diésel, combustible caro, contaminante e importado. Pero hay malas noticias también: aunque no se menciona en el documento del gobierno, lo que tendría en mente es la promoción del shale gas, combustible fósil muy cuestionado por los graves impactos ambientales de su proceso de extracción.

La adopción de una meta de ahorro de energía del 20% al 2025 es muy positiva y salda una deuda en un ámbito en el que Chile está atrasado. Asimismo, la planificación territorial para definir dónde se pueden emplazar las centrales generadoras también va en la dirección correcta. Eso sí, caben muchas dudas sobre cuáles serán los procedimientos para asegurar la participación, sobre todo de las comunidades desaventajadas, y si se evitarán prácticas como la entrega de beneficios económicos para vencer su oposición.

Una ausencia notable fue la nula mención de las zonas de sacrificio. Ha existido un ensañamiento con localidades como Huasco, Ventanas, Coronel, Tocopilla y Mejillones, que concentran gran parte de las termoeléctricas a carbón, pese a haber sido declaradas zonas latentes o saturadas. Según la agenda, termoeléctricas como Punta Alcalde en Huasco, Energía Minera en Ventanas y la segunda etapa de Santa María en Coronel se pueden construir en la medida que cumplan con las normas de emisiones existentes. Esto parece una mala aplicación de la ley pareja en lugares que requieren una intervención especial del Estado para hacerlas humanamente habitables. Se requiere, como mínimo, prohibir la operación de nuevas fuentes contaminantes en las zonas saturadas o latentes.

Lo que se espera de un gobierno que se presenta como transformador es liderazgo vanguardista y visionario. Hoy, en energía, el gobierno nos aseguró que seguiremos por el mismo viejo camino, levemente más verde.